Curiosidades de Ibiza: cuestión de nombres
¿Por qué se llama a Ibiza la Isla Blanca?
Esta denominación se la debemos al artista catalán Santiago Rusiñol, quien a principios del siglo XX acuñó este lema tras su viaje a Ibiza en el verano de 1912. Tuvo tanto éxito su ocurrencia que terminó por ser utilizada en la promoción de la isla. El tradicional uso de la cal para cubrir las fachadas de las viviendas de campo y las iglesias fue lo que seguramente inspiró a Rusiñol para la creación de este lema.
¿Por qué se denomina a Ibiza y Formentera como las Islas Pitiusas?
Fueron los griegos quienes llamaron a las dos isla vecinas Islas Pitiusas por su abundancia en pino, pues en griego pitiusas significa pinosas. El escritor y militar Plinio el Viejo así lo documentó en el siglo I d.C., cuando estas islas también eran diferenciadas de Mallorca y Menorca, a las que llamaban Gimnesias.
¿De dónde viene el nombre de Ibiza?
Etimológicamente, Ibiza proviene del vocablo fenicio bsm (ibosim), que significa “isla de Bes”. Pero, ¿quién era Bes? Bes era un dios egipcio entre cuyos atributos estaba el de proteger contra las serpientes, las cuales no han habitado en la isla hasta entrado el siglo XXI. Según se apunta en el artículo publicado en Diario de Ibiza, Los secretos de una palabra (The secrets of a word), los fenicios pudieron achacar la ausencia de sierpes a la protección de Bes y darle así su nombre a la isla.
¿Por qué (casi todos) los pueblos de Ibiza tienen nombre de santos?
Sin meternos en la singular división administrativa histórica de los quartons, las véndes y los casaments ibicencos, que eso merecería un artículo aparte, la respuesta más sencilla y rápida conduce a cómo vivían los ibicencos hasta mediados del siglo XX. Los isleños siempre se caracterizaron por su dispersión en fincas agrícolas autosuficientes, por lo que resultaba muy difícil el control administrativo y el acceso a los servicios religiosos. Para solucionarlo, el primer Obispo de Ibiza, Manuel Abad y Lasierra, promovió en el siglo XVIII la creación de iglesias con la intención de que la población diseminada se animara a concentrarse en torno a ellas al modo de los pueblos tradicionales de la península.
Aunque su propuesta no llegó a cuajar del todo y la población se mantuvo en sus fincas, las familias sí acudieron a los nuevos templos a socializar y escuchar misa y las advocaciones de cada parroquia acabaron por dar nombre a estos núcleos dispersos, muchos de los cuales se han terminado por desarrollar como núcleos urbanos a finales del s. XX: Santa Gertrudis de Fruitera, Sant Carles de Peralta, Sant Rafel, Sant Joan de Labritja, Sant Miquel de Balansat, Sant Jordi de Ses Salines…
Curiosidades de Ibiza: el mundo mágico y espiritual
¿Qué son los fameliars?
El fameliar es un duende pequeño, calvo y cabezón que posee una inmensa energía y fortaleza. La mitología ibicenca narra que el campesino que lo encuentre puede sacar mucho provecho de él siempre que le de trabajo de manera continua y mantenga su apetito voraz alejado de la despensa. Para hallar un fameliar, hay que acudir al Pont Vell la noche de San Juan para buscar una hierba que florece brevemente justo antes del amanecer y guardarla en una botella negra; cuando se quite su tapón, de ella surgirá el duende pidiendo feina o menjar, es decir, “trabajo o comida”. Puedes conocer más sobre este duende siguiendo el sendero autoguiado Ruta del Río, en Santa Eulària des Riu.
¿Por qué se dice que Es Vedrá es un islote mágico?
No son pocos los que afirman que del islote ibicenco de Es Vedrá radia una energía y magia especial. Ya a finales del siglo XIX, el misionero carmelita Francisco Palau afirmaba que durante sus retiros en el islote había avistado seres celestiales y damas de luz. Más allá de lo que podría ser una metáfora mística, en 1979 un extraño caso alimentó de nuevo la leyenda de Es Vedrá: el caso Manises. En aquella ocasión, los pilotos de un avión comercial que sobrevolaba el área entre Ibiza y Denia solicitaron información a la torre de control del aeropuerto de Barcelona sobre una aeronave que emitía luces rojas en las proximidades del avión. Ante la respuesta de los controladores de que no existían otros vuelos en la ruta, decidieron aterrizar de emergencia en el aeropuerto de Valencia ante la creciente cercanía de dichas luces rojas.
Foto principal: © Vicent Marí / Consell d'Eivissa
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