1. Primera parada: Sant Carles de Peralta
En apenas unos minutos llegarás a este pequeño pueblo cercano a Es Canar. Aquí aguarda su bonita iglesia, las célebres hierbas ibicencas de Bar Anita, los helados de Viccio, el interesante Es Trull de Ca n’Andreu (una antigua casa agrícola que muestra cómo era la vida campesina en Ibiza) y el famoso mercadillo de Las Dalias, que se celebra todos los sábados del año y, sólo durante el verano, los domingos, lunes y martes.
2. Trío de playas
Pasado Sant Carles, encontrarás tres bonitas playas donde extender la toalla un rato: Es Figueral, Aigües Blanques y Cala Sant Vicent. En esta última hay dos restaurantes a tener en cuenta por si más adelante quieres regresar a comer: Can Gat, de cocina marinera, y On the Beach, donde sirven una de las mejores hamburguesas de la isla. Al continuar camino de Sant Joan de Labritja, no olvides pararte para ver la iglesia de Sant Vicent de Sa Cala, probablemente la más remota de toda Ibiza.
3. Sant Joan de Labritja
En este pequeño pueblo de apenas unas casas hay que pararse a ver su iglesia, probar las hierbas ibicencas que sirven en el estanco Can Vidal o tomarse un café en el restaurante Vista Alegre. Si lo visitas en domingo, encontrarás un agradable mercadillo donde se venden productos ecológicos y artesanía.
4. De cala en cala
Las sinuosas carreteras que parten de Sant Joan descubren las preciosas y tranquilas calas de Cala d’en Serra, Portinatx, Cala des Xuclar, S’illot des Renclí y Cala Xarraca, todas ellas escondidas en los repliegues de la abrupta costa norte de Ibiza. Tras ellas, asoma en la ruta Cala Benirrás, con el icónico islote de Es Cap Bernat sobresaliendo en el mar.
5. La cueva de Can Marçà
Los acantilados que se levantan junto al puerto de San Miguel esconden la cueva más relevante de la isla, Can Marça, en cuyo interior la erosión del agua ha formado estalactitas, estalagmitas, columnas y amplias salas. Si en este punto de la ruta entra el hambre, en el vecino Port Sant Miquel se encuentra Port Balansat, uno de los restaurantes de pescado y arroces más conocidos de la isla.
6. Sant Miquel de Balansat
Su iglesia, levantada en lo alto de una colina, es un excelente ejemplo de iglesia fortificada ibicenca. Si hay ganas de unas hierbas, en el bar-estanco Can Xicu sirven unas elaboradas por ellos mismos.
7. San Mateu d’Albarca
Apenas formada por la iglesia y dos pares de edificios levantados en torno a ella, esta pequeña parroquia muestra cómo eran antiguamente los núcleos poblacionales del interior de la isla: casas agrícolas autosuficientes dispersadas por valles y colinas y las parroquias como punto de encuentro común donde aprovisionarse de víveres, socializar con los vecinos y asistir a la misa semanal.
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